Desde los inicios de la arqueología, el descubrimiento de piezas de
cerámica ha ayudado a especialistas a entender a las antiguas civilizaciones.
En el Mundo Maya, la interpretación de glifos y escenas
plasmadas en piezas de alfarería ha permitido grandes avances en la búsqueda
de información sobre esta cultura, especialmente de sus costumbres y
su forma de relacionarse.
Los mayas solían realizar ofrendas en casi todas las ocasiones, por ejemplo,
cuando la construcción de un edificio importante llegaba a su fin, era
consagrado mediante una ceremonia en la cual se lo dedicaban a los dioses.
Poco antes del nacimiento de Cristo, en Guatemala, se construyó la primera
pirámide maya. A partir de entonces, durante mil quinientos años,
la arquitectura indígena evolucionó hacia la verticalidad, la
abstracción y el refinamiento. Ello supuso un gran desarrollo técnico,
pues los constructores no poseían ni herramientas de hierro ni animales
de tiro.
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En el siglo IX surgió un estilo distinto, con tendencia a la horizontalidad.
Las últimas manifestaciones de esa arquitectura fue lo que vieron
los conquistadores españoles hacia el 1520.
La casa maya prehispánica estaba hecha de materiales orgánicos
perecederos. Originalmente, se hallaban sobre plataformas de baja altura
que delimitaban el espacio de cada núcleo familiar.
La casa está hecha de una sola pieza. Su planta es rectangular y
las cabeceras semicirculares. Carece de ventanas y tiene una puerta central
que mira hacia el este.
en algunas ocasiones cuenta con otra puerta orientada hacia el oeste, normalmente
para comunicar con otra choza que sirve de cocina y granero.
Los suelos están hechos de sascab, tierra blanca compacta puesta
sobre un empedrado.
Para el techo utilizaban una estructura de madera cubierta de palma. |
Además de todas estas características técnicas, hay una
costumbre de muchos años relacionada con la casa maya tradicional y es
que cuando alguna pareja joven desea tener su propia vivienda, la comunidad
entera participa en su construcción.
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